Pagina Principal

domingo, junio 03, 2012

Random.

Algunos cuentos random de 140 caracteres o menos. 
19. Estoy más envarado que Carlos Slim, literal.

32. La vida es guapa cuando te ríes mil.

60. Esas pinches ganas que tengo de abrazarte y no soltarte nunca.

43. Vivo mi vida a volados. Soy un pinche arriesgado.

24. Ya todos tienen vidas, e irónicamente, ya no tienen tiempo para vivir.

jueves, febrero 16, 2012

Del cielo y las nubes.

Ideas del cielo, de las nubes. En orde o desorden, ¿qué caso tiene?

1. Recuesta tu cien en mi hombro, vamos a mirar las nubes con algún sentido importante. Vamos a encontrarle forma a lo que tenemos frente a nuestros ojos. Un conejo con grandes bigotes, una gran bota que parece empezar a caminar, una cerveza, un par de flores y un sol que acompaña al otro.

2. Dame tu mano, será más fácil señalar lo que tus ojos ven. Será inevitable reír como sólo nosotros podemos hacerlo de las nubes. ¿Será que ellas nos ven a nosotros acostados en el pasto y se rien de nosotros?

3. Los aviones son destructores de ideas, destructores de nubes que con esfuerzo se ponen a imaginar formas que quieren ser. Sólo nosotros, los humanos, tenemos la demencia de matar aquellas figuras.

4. ¿Nunca trataste de tocar el cielo con la yema de los dedos? ¿o  acaso querias tocar las nubes?

5. El pasto pica después de un rato, pero no me quiero mover. Te quiero a ti junto de mí, ¿por qué nos tendríamos que ir a algún otro lugar? Bueno, nos vamos, pero sólo si me prometes que seremos nubes para hacer reír a otros ingenuos humanos.

6.  Las nubes montan los más grandes monologos que he podido ver en toda mi vida. Monologos que nos hacen el día. Tienen la enorme habilidad de hacernos reír con figuras sencillas, con humor que sólo las nubes saben realizar.

7.El día que no hay nubes todo mundo anda de malas, corriendo y quejándose del calor o el frío que hace. Pero no se dan cuenta que la ausencia de nubes es su verdadero motivo para estar de malas.

miércoles, enero 18, 2012

Sólo era un mal sueño I

Untitled (skull)  - Basquiat


Me caí. Rodé un chingo de escaleras hacia el suelo, escaleras de esas que tienen un borde duro y afilado.
Caí en una escalera de caracol, que hasta descansos tenía. Sangré, rode, caí, volví a caer y seguí cayendo.
Los dedos, después de rotos, se me desprendieron uno a uno. Mi espalda llego echa polvito de mar, del más fino que se puedan imaginar. Mis piernas quedaron echas un par de sacos, llenos de huesos, músculos y nervios molidos. Mis costillas se clavaron en todo mi torso y me hicieron sangrar por doquier, haciendome quedar más perforado que un dedal.  Mis bolas oculares se quedaron en algún lugar entre las primeras 100 y 120 escaleras. Quedé sin nariz y sin la mayoría de dientes. Mis intestinos quedaron atados, ahorcandome de alguna manera, a mi cuello y cuerpo. Quedé sin cabello, sin pestañas y cualquier otro tipo de vello. Me quede con algunos pedazos de piel. 
Llegué echo una porquería a lo que parecía el final de esas infinitas escaleras por las que resbale hacia ya mucho tiempo atrás. Y ahí me quede varado una infinidad sin poder siquiera arrastrarme hacia algún lugar. Ahí me quede esperando a que se acabara el mundo. La gente pasaba me tiraba cosas encima, basura supongo yo, y había algunos que hasta me escupían y pisaban al pasar. 
Nunca sentí estar tanto tiempo varado en un mismo lugar...

sábado, noviembre 26, 2011

Si pudiera...

Esta entrada fue escrita el 4 de febrero de este año,  y no fue publicada por alguna razón que ya no recuerdo. Hoy, en plena sequía de textos en Stranger Than Fiction, decido ir al armario donde tengo todas esas entradas nunca terminadas o nunca publicadas. Aquí la primera de muchas en venir:






Si pudiera entender tus ojos cuando los veo de cerquita.
Si pudiera hacerme el loco en lugar de morirme de celos, nena, si tan solo pudiera.
Si pudiera hacerte olvidar todo eso que guardas con tanto celo en el pecho.
Si pudiera tomarte de la mano. 
Si pudiera saber que un día amecerás junto a mí y ése día seras feliz.
Si pudiera certificar nuestra felicidad, por lo menos, un par de años.


Pero nada puedo y nada podre, amor, si tú no dejas de jugar de esa manera en la que lo haces.
Nada podré hacer cuando llores y no sepa yo porque. 
Nada podré hacer si los celos me invaden ante tus arranques de prejuicios.
Nada podré hacer, nena, si no me hablas con la verdad. Porque a mi no me engañas, aquí la verdad esta perdida y tú eres responsable de eso. Lo sabes.


Espero, que llegue ese día en el que leas esto y te des cuenta de lo mucho que me pesas.
De lo mucho que te quiero y de lo poco que puedo hacer.
Espero, niña, que cuando leas esto no sea tarde...

miércoles, noviembre 23, 2011

Boliche y sueños.

¿Te acuerdas, nena, de aquella vez que fuimos al boliche?
Apenas lo recuerdo, no estoy seguro de qué paso aquel día.
Creo que salimos temprano de la escuela, en ese entonces  íbamos a la prepa, ¿te acuerdas?. Fue un martes si mal no recuerdo. No tuvimos la penultima clase y entonces decidimos "saltarnos" la última clase con tal de ir a jugar boliche.
La idea fue tuya, niña, tenias tantas ganas de ir, siempre querias ir al boliche y yo nunca te complacía el gusto . Pero ése día, sin planear nada de antemano, todo salió como si tú lo hubieras planeado a detalle.
Apenas salimos de la prepa y corrimos a toda prisa a alcanzar la ruta que nos llevo al boliche, el día era caluroso y, como siempre, no había ni una nube en el cielo.
Bajamos a dos cuadras de la plaza donde estaba el boliche, compramos cigarros y fumamos afuera antes de entrar, porque ya desde ese entonces estaba prohibido fumar en lugares cerrados. Fumamos, nos reímos, nos besamos, incluso cantamos como dos locos a la entrada del boliche. Al final, después de 6 cigarros, infinidad de besos, abrazos, mordidas, caricias y un par de canciones decidimos entrar a jugar boliche. 
Para esto ya eran más de las 6, porque el cielo era morado; era más morado que azul y el sol aun pintaba de rojo las orillas del horizonte. Sí, así fue, fue una tarde de otoño ahora que me acuerdo.
Jugamos y jugamos, más besos vinieron, me aplaste un dedo con una bola de boliche, te reíste a más no poder, te caíste intentando el famoso tiro de Pedro Picapiedra (ése en el que camina de puntitas y que por cierto a mí sí me salió), comimos nachos y me manchaste de queso la playera, saltamos, extendimos los brazos tratando de alcanzar el techo, corrimos por todo el lugar como niños chiquitos, rayamos una bola de boliche con el marcador que siempre llevaba conmigo, comimos más nachos y tomamos un par de sodas. Fuimos felices toda la tarde, nena. 
Fuimos los dos sin nadie más. 
¡Espera! ¿fuimos felices? ¿cuándo paso esto? 
¡Espera!... creo que sólo fue un sueño. Sí. Ya lo recuerdo, tan solo fue un sueño. Estúpido sueño, ¿por qué desperte?